Niño haitiano vuelve con su padre tras intervención de abogada Pro Bono

Robinio, de 6 años, es hijo de Ronald, un ciudadano haitiano a quien los tribunales le privaron del cuidado del niño luego de que llegara al colegio con un moretón en la espalda, afirmando que su padre lo había golpeado tras consultarle la profesora. Ese mismo día, Carabineros dejó al niño al cuidado del tío por orden del Juez de familia a través del centro de medidas cautelares y Ronald fue citado a una audiencia a Tribunales de Familia, por supuesta vulneración de derechos en contra de su hijo.

Ante la desesperación, la empleadora del padre se puso en contacto con Fundación Pro Bono, bajo la convicción de que todo fue un malentendido. El niño había sido reprendido por su papá con una palmada luego de que el colegio le señalara que había sustraído un teléfono celular a un compañero, acto que en Haití tiene una alta sanción moral. El golpe en la espalda, en tanto, se había debido a una caída en bicicleta. Por su parte, el tío no supo cómo explicar lo ocurrido, pues aun cuando hablaba español sus palabras fueron malentendidas.

Faltaban sólo 3 días para la audiencia cuando la abogada Sonia Soazo tomó la causa. En ésta logró que se revocara la medida cautelar antes de la audiencia de juicio que sería en 3 meses, esto sujeto a una evaluación de habilidades parentales y de indicadores de control de impulso por parte de la OPD de Estación Central, solicitada para acreditar la falsedad de las imputaciones a Ronald, las que resultaron favorables para él permitiendo la revocación de las medidas cautelares. A inicios de abril de 2017, el Centro de Medidas Cautelares del Juzgado de Familia dictó la sentencia en la que Ronald podrá seguir al cuidado de su hijo en forma definitiva e indefinida.

 

«La principal dificultad fue que se comprendiera que nos encontramos con culturas diferentes«, Sonia Soazo, abogada miembro de Fundación Pro Bono a cargo del caso.

¿Por qué decidiste tomar este caso?

Tomar y hacerme cargo de este caso constituyó un tremendo desafío, pues no había tenido la experiencia como abogado de familia de abordar y conocer los problemas que enfrentaban los migrantes en Chile en sus relaciones de familia, considerando que vienen de una cultura muy diferente a la nuestra. Me tuve que empapar en ella para poder entenderla y transmitirlo a mi representado y también a los jueces que conocieron de la causa, motivada principalmente por hacer posible la visibilización de una realidad en Chile que llegó para quedarse y que es la convivencia de distintas culturas y realidades y cómo nos adaptamos a ellas en todos los sentidos.

 

¿Cuáles fueron las principales dificultades a las que te enfrentaste con este caso?

La principal dificultad fue que se comprendiera que nos encontramos con culturas diferentes, donde existen valores distintos como percepciones respecto a los mismos. De igual forma se otorga una legitimidad diferente a ciertas acciones, por ejemplo en la crianza, educación y forma de corregir de los hijos, obviamente sin que esto signifique justificar ciertas acciones pero sí entender el por qué se producen.

 

¿Cuál es la reflexión que haces luego de ver un caso como éste, donde la barrera cultural tuvo implicancias legales? 

Me siento muy satisfecha de lo logrado en esta causa, toda vez que se logró visibilizar una realidad que no podemos desconocer y es la migración en Chile y cómo interactuamos y nos adaptamos todos a esta nueva realidad, sin pasar a llevar los derechos de estos nuevos integrantes que también deben adaptarse a vivir bajo nuestras leyes y quieren hacerlo, siendo reconocidos por el sistema con todo lo que ello significa.