Acceso a la Justicia: Pilar del Estado de Derecho

el acceso a la justicia no es una idea abstracta; es el pilar sobre el que se construye una paz duradera y un desarrollo sostenible.

Por Eva Méndez, directora ejecutiva de Fundación Pro Bono.

Justicia, la palabra que evoca en nuestra mente la imagen de la Estatua de la Justicia, aquella que tiene una balanza en una mano, una espada en la otra y una venda en los ojos. Todo aquello simbolizando imparcialidad, objetividad, equilibrio, fuerza, autoridad y capacidad de castigar. Como seres humanos aspiramos a que la justicia esté a nuestro alcance, pero ¿está efectivamente al alcance de todos? Al parecer no del todo, y lo vemos en las personas que muchas veces la buscan, pero no tienen acceso a ella. 

En Chile, hablar de acceso a la justicia es hablar de brechas que se expresan en quienes no logran resolver un conflicto legal, porque no saben dónde acudir, porque los costos son inalcanzables o porque el sistema se percibe lejano y complejo. El acceso a la justicia no se limita a la existencia formal de tribunales, sino que se mide en la capacidad real de las personas de obtener soluciones justas, oportunas y dignas.

Hemos visto en primera persona cómo el acceso a la justicia es tangible, logramos materializarlo, por ejemplo, en la asesoría prestada a Fundación Sonrisas, que busca devolver la alegría a personas vulnerables a través de la salud bucal,  la justicia no se manifestó en un litigio, sino en el fortalecimiento de su estructura interna. A través de la asesoría pro bono, lograron robustecer su gobierno corporativo, dándoles la solidez necesaria para seguir cumpliendo su misión. Otras veces, la justicia adquiere un cariz de urgencia vital; pienso en las familias que hemos acompañado en su lucha por acceder a un medicamento de alto costo. En estos casos, el acceso a la justicia se traduce en la defensa de derechos fundamentales: el derecho a la vida y a la salud. 

Y a veces, la justicia debe proteger algo tan invaluable como los vínculos afectivos. Pocos casos lo ilustran con tanta fuerza como el del llamado «Carabinero guardador». Un funcionario de Puerto Montt y su pareja fueron familia guardadora de una niña por más de dos años en los albores de su existencia, entregándole amor, cuidado y un hogar estable. Sin embargo, la ley vigente en ese momento se alzaba como un muro, impidiéndoles adoptarla y amenazando con una separación que habría sido devastadora para la niña. En ese tribunal no solo defendimos a una familia, sino que luchamos por el reconocimiento de que los lazos de afecto y cuidado, forjados en el día a día, son un tesoro que el Estado tiene el deber de proteger. 

En estos puntos es donde el acceso a la justicia revela su dimensión más profunda y humana. Cuando hablamos de garantizar este acceso. No nos referimos únicamente a abrir las puertas de los tribunales, nos referimos a derribar ese muro invisible, construido con tecnicismos, costos prohibitivos y una sensación de lejanía, que tiene al sistema judicial con los índices de confianza más bajos por parte de la ciudadanía.

La frustración de no ser escuchado o de no entender las reglas del juego genera una herida silenciosa en el tejido social, una grieta de desconfianza que nos debilita como comunidad. Y es que el acceso a la justicia no es una idea abstracta; es el pilar sobre el que se construye una paz duradera y un desarrollo sostenible. Una sociedad que ofrece caminos para resolver las injusticias, por cotidianas que parezcan, es una sociedad que fomenta la confianza y la cohesión. Por el contrario, sin justicia, no hay igualdad de oportunidades; solo queda la incertidumbre y la desprotección.

Pero la tarea no recae únicamente en la sociedad civil o en los profesionales. Requiere políticas públicas robustas, sistemas de asistencia jurídica estatales con recursos suficientes y un ecosistema legal que valore el acceso a la justicia como un componente esencial del Estado de Derecho. La colaboración entre todos los actores es la única vía para que este derecho deje de ser una aspiración y se transforme en una realidad palpable.

En este día, renovamos el llamado a avanzar en conjunto hacia un país donde la justicia sea una garantía para todas y todos. Desde Fundación Pro Bono, reafirmamos nuestro compromiso -junto a nuestros miembros- de seguir siendo un aporte en el acceso a la justicia, porque es esto lo que sostiene a nuestro país y asegura que una organización pueda seguir ayudando, que un paciente reciba su tratamiento y que una niña pueda permanecer en el único hogar que ha conocido.

Publicado originalmente en El Mercurio Legal.