Desafío Pro Bono premia como “Proyectos Mejores Ejecutados” a las dos iniciativas seleccionadas en su octava versión, desarrollada durante el año 2020.
Uno de los proyectos ganadores fue Avancemos, Chile somos todos, realizado por las estudiantes de derecho, Macarena Jaque Reinuaba, Constanza Crema Riquelme y Josefa Caro Zalaquett de la Universidad Adolfo Ibáñez; que contó con el patrocinio de los abogados Francisco Lahuedé, Nicolás Roca y Rodrigo Hoffmann del Departamento Legal del Banco Santander. El proyecto tenía como objetivo promover el conocimiento de los derechos laborales de la población migrante que vive en la comuna de Quilicura a través de la realización de capacitaciones, entrega de material informativo y orientación legal de forma grupal e individual a las personas.
El otro ganador del Desafío en 2020 fue el proyecto Años de Oscuridad ejecutado por Sebastián Alfaro Escobar y María Francisca Ormazabal Rojas, estudiantes de derecho de la Universidad de Tarapacá. Cuyos abogados mentores fueron Manuel Navarrete y Francisco Galli del estudio Pfeffer y Asociados. Este proyecto desarrolló herramientas para reivindicar la cultura, historia y tradición del pueblo afrodescendiente ariqueño frente al contexto de discriminación y marginación social que vive, impulsando el conocimiento, socialización e implementación de la Ley Nº 21.151, tanto en el ámbito de organizaciones sociales como en el sistema educacional.
De manera excepcional, el equipo de la Fundación en conjunto con los miembros del Directorio premió a ambos proyectos como los “mejores ejecutados”. La decisión fue adoptada en reconocimiento al compromiso, responsabilidad, impacto y trascendencia de la temática abordada y la gran capacidad de adaptación y flexibilidad en sus lineamientos y ejecución para llevar a cabo sus proyectos de manera remota, dada la contingencia sanitaria por el coronavirus.
Para Macarena, Constanza y Josefa del proyecto Avancemos, Chile somos todos, la principal motivación a participar del Desafío Pro Bono fue su compromiso con la acción social, “nos causaba repudio la discriminación laboral que sufrían los trabajadores inmigrantes en nuestro país, y cómo se toleran situaciones contrarias a derecho por el mero desconocimiento de la ley. Deseábamos aportar informando y asesorando a la población migrante para evitar situaciones discriminatorias en el ámbito laboral”.
Pese a la energía y convicción de este grupo de estudiantes, este proyecto tuvo que enfrentar algunos cambios debido a la contingencia, “conforme avanzaba la emergencia por el Covid 19, nuestro grupo de beneficiarios inicial iba perdiendo el interés, algunos beneficiarios tenían muchas preocupaciones externas y ya no poseían la disposición para trabajar con nosotras. Fue una época difícil donde simplemente dejaron de respondernos. Sin embargo, con la motivación de todo el equipo nos reinventamos, y comenzamos a trabajar con el departamento de migrantes y refugiados de la Municipalidad de Quilicura, a través de ellos comenzamos a difundir capacitaciones de derecho laboral y de esta forma logramos hacer llegar nuestra ayuda a toda persona que lo necesitase”.
Al ser consultadas por el premio, que por primera vez obtienen dos equipos participantes, las estudiantes señalan “recibimos esta noticia con mucha emoción y sobre todo sorpresa, pues si bien confiamos en nuestro proyecto, los integrantes del otro grupo habían hecho un muy buen trabajo. Estamos muy agradecidas de que ambos grupos fuimos reconocidos por la implementación de nuestros proyectos, y sobre todo por haber tenido la oportunidad de poder aportar en esta misión tan importante de la actividad pro bono”.
Por su parte, el equipo de María Francisca y Sebastián, autores de Años de Oscuridad, comparten su experiencia respecto a la oportunidad de desarrollar su trabajo recibiendo la asesoría de abogados tutores “para nosotros el proceso de ejecución del proyecto fue muy fructífero, aprendimos mucho, formamos lazos muy buenos con el equipo y todos aquellos que ayudaron a que esto resultara”.
En la relación a las dificultades que tuvieron que enfrentar en la ejecución de su proyecto señalan que “el mayor obstáculo fue ver como no dejar de lado el eje “aquí no hay negros” enfocado a estudiantes de educación básica, dado que no teníamos mucho acceso a conversar con ellos y los espacios para nuestra actividad eran muy acotados dado la contingencia, pero finalmente supimos adaptarnos, y sentimos que funcionó bien”.
Al recibir la noticia de ser los ganadores de la octava versión del Desafío Pro Bono los estudiantes de la Universidad de Tarapacá relatan, “estamos muy sorprendidos y felices, pero sobre todo muy agradecidos, sentimos que este premio no es solo de nosotros, sino de todo el equipo y de las personas que aportaron a que esto funcionara de la mejor manera; y que este proyecto fuera un real aporte al pueblo afrodescendiente”.